Aparte de la gente familiarizada con el tema que he podido conocer gracias a mi trabajo o mis estudios, la mayoría de la gente con la que he hablado acerca del tema tenían la misma idea de Japón: que la única forma de explicar la profusión de mangas y animes de contenido homoerótico era que en Japón la homosexualidad debe estar muy aceptada; mucho más que en el resto del mundo. Puede parecer algo lógico, pero esta concepción de la ideología japonesa es errónea, y la gente siempre se sorprende cuando les digo que no es así en absoluto.
Una estampa japonesa que muestra a un samurai con un joven |
Es cierto que la situación de los homosexuales en Japón ha mejorado exponencialmente en los últimos años y que una juventud más abierta y tolerante es la responsable de este cambio, pero en general todavía perdura la estigmatización de todo lo diferente en la mentalidad japonesa, y la homosexualidad no es una excepción. En realidad, el principal problema al que se enfrenta el colecivo LGBTQ+ en Japón, es que los japoneses siempre han buscado la homogeneidad. La situación actual tiene tantos matices que es imposible explicarlos todos en esta entrada y hacerles justicia, así que voy a intentar hacer una mera introducción que resulte más cercana a un lector occidental. Para ello, he decidido seguir el hilo de este párrafo e ir hacia atrás en el tiempo.
La situación actual del colectivo LGBTQ en Japón es la siguiente: la homosexualidad no está penalizada pero la ley no contempla el matrimonio entre personas del mismo sexo, y los transexuales se pueden cambiar legalmente de género, pero solo tras someterse a una operación de reasignación de sexo. En resumen, no tienen los mismos derechos que la mayoría de los ciudadanos.
Sin embargo, cada vez más sitios permiten la celebración de bodas entre personas del mismo género, aunque la constitución no lo haga. Y varias empresas, sobre todo internacionales pero también japonesas, han empezado a reconocer estas uniones por su cuenta. Todo comenzó cuando en 2009 el gobierno reconoció legalmente las uniones y matrimonios celebrados en el extranjero, incluso cuando uno de los miembros de la pareja era de origen japonés. En 2010, el tradicional templo budista Shunko-in de Kioto celebró su primera “boda gay” entre dos mujeres españolas. La historia de Takafumi Kawakami, el monje que dirige el templo, es muy interesante, ya que superó su propia homofobia cuando, mientras estudiaba en el extranjero, descubrió que su mejor amigo era gay y se sintió avergonzado por haber discriminado a los homosexuales. Más aún cuando él mismo había pasado por algo similar al ser un asiático viviendo en el sur de Estados Unidos. Tras volver a Japón y dedicarse al budismo, decidió que su templo debía transmitir los valores de tolerancia, apertura y modernidad que había aprendido en Estados Unidos, y empezó por celebrar ceremonias y clases de meditación en inglés para poder llegar más fácilmente a los extranjeros que vivían en Kioto. Un buen día, una mujer española que solía participar en sus clases le preguntó si celebraban bodas en el templo, a lo que el monje contestó que sí. Cuando la mujer le dijo que su pareja era una mujer, el monje respondió con un “está bien”.
Templo Shunko-in en Kioto |
Siguiendo con esta tradición, en 2012 Tokyo Disney Resort empezó a celebrar ceremonias simbólicas para parejas homosexuales, pero hasta el año 2015 el único modo de optar a alguno de los derechos de las parejas heterosexuales (como el derecho a heredar los bienes de tu pareja o a visitarla en el hospital si fuera necesario) era por medio de la adopción. Aunque suene raro para un occidental, en Japón era común que una pareja estable que tuviera la intención de casarse recurriera a firmar un registro de adopción a falta de poder firmar el de matrimonio. De ese modo, el miembro más joven de la pareja pasaba a formar parte de la unidad familiar del miembro más mayor y tenían derechos reservados a familiares. Por supuesto, estos derechos no son tantos como los que podrían tener como pareja.
Pero, como decía, las cosas cambiaron un poco en el año 2015. El año pasado, el distrito de Shibuya, en Tokio, decidió crear un registro de uniones que aceptan a personas del mismo género. Legalmente es similar a la adopción, ya que la constitución no ha cambiado, pero lo cierto es que es un gran avance que sorprendió a muchos. Y lo más sorprendente es que el movimiento se está expandiendo. No pasó mucho antes de que se uniera el distrito tokiota de Setagaya, y en 2016 se han unido Iga, Takarazuka y Naha. La prefectura de Chiba y las ciudades de Yokohama y Sapporo también están dispuestas a aceptar cuanto antes las uniones homosexuales. Al saber esto, no os sorprenderá leer que el nivel de aceptación del matrimonio homosexual ha aumentado enormemente en los últimos años, y que además hay una mayor participación en los desfiles del orgullo gay, que siempre han tenido muy poca participación y algunos años ni siquiera se han celebrado. Los desfiles tampoco recibían mucha atención mediática en Japón (salían más en las noticias de España, por lo que he visto) hasta que la mujer del primer ministro Shinzo Abe se presentó en 2012 para mostrar su apoyo. Muchos japoneses desconocían la existencia de estos desfiles.
Si no sabéis mucho sobre Japón, igual os sorprende que un país tan avanzado vaya tan despacio en lo que a derechos sociales se refiere, pero me gustaría aclarar que a pesar de los avances tecnológicos, Japón es un país muy tradicional, y que hace diez años hubiera sido impensable ver al parlamento japonés discutiendo sobre cómo cambiar el artículo 24 de la Constitución para que el matrimonio no se limite al de un hombre con una mujer, como ha pasado este año. Recuerdo haber leído acerca de las redadas en Shinjuku ni-choume (el barrio gay de Tokio) hace menos de diez años. Y recuerdo, porque me horrorizó cuando leí la noticia, que el jefe de policía de Tokio defendió las acciones policiales alegando que los homosexuales eran un foco de enfermedades, drogas y depravación. Sinceramente, no esperaba que Japón llegara tan lejos en tan poco tiempo, y me enorgullece tanto como me fascina. Tengo ganas de ver qué conseguirán en los próximos diez años.
Como venía diciendo, el hecho de que en Japón el homoerotismo venda más que en cualquier otro país no significa que Japón sea un baluarte del colectivo LGBTQ+. Para no hacer esta entrada innecesariamente larga, me limitaré a decir que la realidad y la ficción no son lo mismo, y que apreciar una representación artística (o incluso crearla) no significa que quieras ver eso de cerca o en tu día a día (creo que debería dedicarle otra entrada a este tema). Muchos habréis oído hablar de la dualidad japonesa, y me temo que este es otro más de los muchos ejemplos comprobables. El más típico es el que compara la tecnología futurista japonesa con su sociedad, más cercana a la de la Inglaterra victoriana según los expertos. Es cierto que la sociedad japonesa es muy tradicional, pero aunque vayan por detrás de su tecnología, su evolución no es tan lenta como parece. A veces se nos olvida que hace apenas 150 años, Japón todavía vivía en una sociedad feudal. A efectos prácticos, la “Edad Media” japonesa duró hasta 1868… y en 2011, un político abiertamente gay ganó las elecciones en el distrito de Toshima, en Tokio. Han llegado muy lejos en poco tiempo.
Taiga Ishikawa, que ganó las elecciones de Toshima, Tokio, en 2011. |
Pero quizá decir esto sea engañoso, porque no es como si Japón hubiera tardado 150 años en aceptar la homosexualidad. Es más, hasta la apertura de Japón a Occidente, la homosexualidad era legal e incluso se consideraba algo normal. Fue la influencia occidental la que forzó la ilegalización de la homosexualidad en 1872. Afortunadamente, la prohibición se mantuvo solo hasta 1880, pero el daño ya estaba hecho y los prejuicios han llegado hasta nuestros días. Antes de 1868 no había leyes contra la homosexualidad, pero la norma se asemejaba más a la pederastia de la Antigua Grecia que a cómo se entiende la homosexualidad en la actualidad. Es decir, las mujeres estaban prácticamente excluidas (aunque existía, y había shunga lésbico) y la mayoría de los hombres que la practicaban (que eran muchos) eran adultos y solían estar casados. Estos hombres adultos solo mantenían relaciones con jóvenes varones hasta que estos crecían lo suficiente como para casarse y compartir sus deseos con otros jóvenes, normalmente a su cargo. Hay numerosas historias sobre parejas que quisieron continuar su relación después de que el mas joven se convirtiera en adulto, pero la mayoría acaba con ambos suicidándose para no tener que poner fin a su relación.
Estas prácticas homosexuales se conocían con el nombre de wakashudo o nanshoku y vienen de la tradición china. Se reflejan en numerosos libros, grabados shunga y tratados samurai. Tienen varios tipos de relación, de los que podría hablar más adelante si os interesa, pero los principales eran entre un samurai adulto y un wakashu, que era su aprendiz adolescente, y entre un monje y su acólito (llamado chigo). En estos casos, el adulto solía recibir el nombre de nenja y ser la parte activa de la relación. El resto de mortales tenían que conformarse con los prostitutos llamados kagema o con los actores de teatro kabuki (sobre todo los aprendices o aquellos jóvenes que todavía hacían papeles de mujer).
Como hay varios libros sobre el tema que se han publicado en España, dejaré los detalles para alguna futura reseña, pero aquí tenéis algunos artículos y páginas que os pueden interesar:
- La página web oficial del templo Shunko-in (en inglés)
- Noticia sobre el templo Shunko-in en Tallon4 (en español)
- Interesante entrevista a Takafumi Kawakami en el Huffington Post (en inglés)
- Artículo en el Japan Times sobre el templo Shunko-in y la diversidad en Japón (en inglés)
- Una noticia de la CNN anterior a que Shibuya aceptara las uniones homosexuales (en inglés)
- Tokyo Rainbow Pride (en inglés y japonés)
Y aquí os dejo un vídeo que se hizo muy popular en 2012 sobre cómo es ser gay en Japón:
Y aquí otro vídeo del desfile del orgullo gay en 2015 para apreciar cómo han cambiado las cosas en los últimos años (aunque todavía tengan que cambiar mucho más):
Japón es un país de contrastes y conceptos contrarios que conviven a la vez.
ResponderEliminarLa homosexualidad,al igual que en occidente, fue considerada normal y luego con la llegada del cristianismo y demás empezó a considerarse tabú. La gracia está en que Japon vende productos ( aka : hentai, yapi, yuri...) que son mal visos pero con los que obtiene unos beneficios importantes porque la gente viaja hasta allí para consumirlo. Hipocresía pura y dura que espero que poco a poco vaya disolviéndose en todo el mundo, yo por el momento no me quejo mientras me sigan dando mis dosis de fanservice xD
Los propios japoneses son los que más consumen. Pero hacen una diferenciación muy clara entre realidad y ficción. Al fin y al cabo, hay muchas tramas sexuales que son muy populares en manganime, pero que nadie defendería en la vida real: violaciones, shota, lolicon, sexo con tentáculos... Es un tema escabroso porque la gente que mete la homosexualidad en el mismo saco no va a cambiar de opinión así como así. Pero bueno, en occidente también tenemos gente que mete la homosexualidad en el saco de la zoofilia, la pederastia y el incesto.
EliminarDe todos menos, en Japón tampoco hay mucha gente que piense así. Sigo creyendo que el mayor problema es la búsqueda de la homogeneidad. Un japonés medio debe ir a la universidad, convertirse en salaryman, dedicarse en cuerpo y alma a su trabajo, casarse, y tener hijos que cuidará su mujer porque él no tiene tiempo con el trabajo. Hay famosos que pueden ser gays o trans. Los jóvenes también son mucho de rebelarse contra las normas establecidas. Pero pocos son los que se atreven a hacerlo una vez empiezan un trabajo serio. Los jóvenes de hoy en día son mucho más abiertos que sus padres, pero todavía tienen la presión familiar de casarse y tener hijos como los demás. Creo que con el tiempo tendrá fácil arreglo gracias a las nuevas generaciones,pero habrá que esperar un poco más...
A ver si hago una entrada sobre manga BL. ¿Te interesaría?